jueves, 20 de noviembre de 2008

El abuelo

Cuando el abuelo cortó la sonda con la navaja de pelar manzanas estuvieron a punto de echarnos del hospital. Un señor gordo y miope con una de esas batas sucias y nombres bordados por mamá nos dijo que nos daba una oportunidad más. Y la aceptamos sin rechistar, tampoco estábamos para reclamar nada. El abuelo estaba cansado. En otra época había ganado pulsos a todos los soldados de la mili e incluso a algún coronel. Ahora seguía ganándolos, pero se dejaba ganar por sus nietos de una manera muy estoica y honrada. Al abuelo le gusta coger piñones en la casa de campo, pero ahora cada vez que va se queda a medio camino. Vuelve a casa y recuerda cuando se recorrían medio Madrid para ir a la feria de la Paloma. Pero ahora el abuelo ha cortado su sonda y lo ha puesto perdido. No le gusta recibir órdenes ni tampoco estar unido a nada que le ate. Si hubiera podido se habría comido el cordón umbilical a mordiscos. El abuelo ahora no ve ni oye, pero toca y según siente las aristas de las cosas, las siente más que nunca en toda su vida. El abuelo se caga en Dios y la abuela se enfada con él, pero es una buena persona a pesar de cortar sondas con navajas de pelar manzanas.



1 comentario:

Miguel Venegas dijo...

Quisiera tener una nieta como tú...