Sola.
¿Puede alguien recoger lo que queda de mí?
No quiero tus malditas vacunas, no quiero el vademécum, no me enseñes a vivir. La química mata.
Ponte las horquillas. Dice mi padre desde el quicio de la puerta. Pero se las he clavado a mi muñeca favorita, porque lloraba y nadie le hacía caso. Las corbatas de mi padre siempre son perfectas, y a veces me deja deshacer el nudo. Mamá se las plancha y se encarga de hacerle el nudo. Luego se besan, él se va y ya no vuelven a verse en unos días. Mi madre llora todos los días, lo hace en silencio, pero yo la escucho porque mi habitación está pegada a la suya. Y entonces cierro los ojos, dónde he dejado las malditas horquillas, dónde he puesto las malditas horquillas y me quedo dormida mientras repito esa estúpida frase.
2 comentarios:
Quizá las parejas chuten así, pero por dios... si hay niños mal tema...
Besicos
Cuánta, cuánta melancolía de un mundo feliz, que quizás tiempo atrás sí existió y por eso se sabe de su presencia.
Intentaré no plancharme las corbatas.
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