viernes, 18 de abril de 2008

Crítica despiadada a quien teme llegar tarde o no llegar nunca

La noche suena a vacío. El sonido de las teclas retumba en las paredes, va y vuelve como el tic tac de un reloj. Hoy la gente parecía despreocupada, hacían sudokus y hablaban de ganar la lotería e irse muy lejos. Yo sólo pensaba en descansar, y en cepillar mi pelo, pero me gustaba escuchar lo que otros soñaban. La gente es divertida cuando la encuentras abstraída en sus pensamientos. Algunos de ellos estarán pensando en la lista de la compra, otros en el partido del sábado que ansían ganar. Hay quienes se pelean en el metro por llegar antes a un asiento como si se tratase del juego de las sillas. Luego están los que empujan sin parar de gritar “señora deje de embujarme”. Todos parecen asustados porque llegan tarde y eso que a muchos no les gustaría llegar nunca. Seems so long ago suena en mis oídos y Leonard Cohen parece estar muy cerca de mí, pero en realidad es un extranjero solitario. Ahora es cuando llega el momento de descansar, mientras la ciudad sigue su curso y hay quien llega tarde esbozando una sonrisa.


2 comentarios:

Miguel Venegas dijo...

serás una gran contadora de cuentoos. un beso guapa

Náyade dijo...

Me encantan tus reflexiones, pequeña. Espero leer muchas cosas tuyas... Muaka, pesiosa.