viernes, 2 de noviembre de 2007
El Abuelo
El abuelo no quiere que le corte las uñas. Dice que mis manos son demasiado delicadas para hacer semejante cosa y yo me entristezco un poco. Las tardes tras la cortina no son nada importante para mí, podría borrarlas como si se tratase de tiza en la pizarra. Lo que pueda haber más allá de esta ventana no es asunto mío, como tampoco lo son las uñas del abuelo. Sé que tú no pondrías ninguna objeción, pero tú estás lejos, eso es todo. El abuelo se cortó el otro día la vía, ya sabes, donde inyectan el suero y los calmantes. Casi le echan del hospital por lo que podría haber pasado y toda la familia está escandalizada. A mí ahora me empiezan a preocupar sus uñas, temo que a este paso termine haciéndose daño. Ellos dicen que podría haber muerto, él dice que tenía que elegir. En todo caso, la abuela le dio la navaja para que él pudiera completar su hazaña. La abuela está triste pero sabe disimular muy bien. A veces llora cuando se acuerda de mi novio "el bizco" como le llaman en casa. Dice que ese no es muchacho para mí y que perdí mucho tiempo con él. Luego se alegra y sonríe dando gracias a Dios de que ya no está a mí lado. Al abuelo estas cosas no le interesan, no es que no me quiera, es que me quiere demasiado.
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