lunes, 9 de agosto de 2010
Dreamer
Se miró las manos tratando de entender lo que estaba pasando.
El último LSD recorría ya su garganta y le subía a la cabeza. Por fin había dejado de ser él mismo para pasar a ser otra cosa, algo intermitente y cálido, efímero.
Esa misma mañana, cuando se había mareado y había caído al suelo, sintió como las fieras le pisaban la cabeza, cómo reían de su desgracia, y cómo le fotografiaban para tener algo que contar. Él era un espectáculo de sí mismo, una postal de la miseria más absoluta.
El LSD calmaba ya los golpes y comenzó a verlo claro. Es en esos momentos cuando conseguía resucitar y se imaginaba en la última cena bebiendo vino hasta morir se preguntaba ¿esto es la vida? Sentía quizá que los sueños, los pensamientos y las alucinaciones eran más amables que la vida misma. Y decidió permanecer en ellos, hasta que encontrara otra parada donde poder bajarse.
Fotografía R. Mapplethorpe
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3 comentarios:
Un LSD que relaje... pocos he visto, pero alguno habrá...
Besicos
El otro día una amiga se hizo unas fotos de puta madre regándose con una botella de vino por encima, incluido el vestido blanco.
parada => pirada
bajarse => vejarse
;)
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