martes, 1 de diciembre de 2009

IV

Probablemente era cierto lo que vio en la segunda con la tercera de High Street, pero no se atrevió a creérselo. Quizá era mejor olvidarlo para siempre, pensar que no había sucedido. Ya había inventado otras historias en otras muchas ocasiones, y ya se habían reído de él otras tantas veces. ¿Qué iba a cambiar ahora las cosas? No valía nada. Él lo sabía y sabía también que no podía engañarles. Un señor con una gabardina gris acababa de acuchillar a una mujer que agonizaba en sus últimos momentos de vida. Él se acercó y trató de ayudarla, pero ¿cómo iba a hacerlo? ni siquiera entendía bien su idioma, y veía mucha sangre por todas partes y no sabía por dónde afloraba, no sabía por dónde empezar a cortar la hemorragia. Y entonces la golpeó muy fuerte, como nunca antes había hecho, porque lo había visto cientos de veces en documentales, y en 'Urgencias' y en películas de sobremesa los domingos. Y volvió a golpear y así una y otra vez hasta que dejó de salir sangre, y dejó de respirar y dejó de sentir. Y lo único que pudo hacer fue seguir caminando, sin saber muy bien hacia donde, mientras limpiaba sus manos, aunque había también restos en su camisa.

5 comentarios:

Espérame en Siberia dijo...

Ay, y con lo especial que soy yo con la sangre de otras personas =/

Anónimo dijo...

UNO

el corazón ruge como una fiera
por lo que nos han hecho.

-.Charles Bukowsi, "La gente parece flores al fin: Nuevos poemas"

Quizás el de este señor también...

a smart chimp dijo...

me comí una k del autor... por suerte para mí, sólo una ;)

Vanille Galaxy dijo...

Dioses, me dejó un sabor un tanto agridulce esta entrada.

Beso!

DANI dijo...

Aisss collons, que bueno ;)

Realmente brutal!!

Besos encantados