domingo, 22 de marzo de 2009
Pendientes
Cerró con llave. Estaba deseando llegar a casa, tumbarse en la cama, no sin antes haber hecho las cincuenta flexiones de rigor tras haber pasado el tercer marco de la puerta, y sacó del petate marrón el libro que había estado buscando un año, tres meses y cinco días. Corazón Solitario. No es que el título fuera como para volverse loco, y quién diría que no se trata de una novela rosa, de esas de lágrima fácil y destinos complicados. Pero lo cierto es que era la novela por la que llevaba más de un año peleando, que andaba descatalogada, y que había estado a punto de volverle loco de remate. Porque esta novela, Corazón Solitario, la escribió su primera novia, y no se trata de una novia cualquiera, sino de una de verdad, de esas que no se olvidan, de las que te miran con ojos de deseo hasta el final de los finales. La había buscado en el facebook y no la había encontrado. En el tuenti no hubo mejor suerte. No tenía claro si estaba mezclando apellidos con su tercera o cuarta novia, y eso le estaba trastornando más aún. Porque ¿quién era capaz de olvidar el apellido de una primera novia? No es algo que ocurra todos los días. Finalmente la había encontrado. Había buscado en la orla del 83 y allí estaban ellos dos, juntos, llenos de granos y ortodoncias, camisas de cuello y faldas de lunares. Y la buscó en la guía. Y pasó por su casa. Pero ella nunca le abrió. Siguió investigando, y ahora resulta que es escritora, y que escribe novelas y que su primera novela ya está descatalogada, y es que esta chica siempre apuntó maneras. Se tumba en la cama y empieza a leer. La dedicatoria va dirigida a su gato Michi. Qué mona, piensa, sin llegar tampoco a emocionarse. Sigue leyendo. Pasa una mosca y decide que es más importante matarla que seguir leyendo. Las moscas ven por todas partes, piensa. Joder, céntrate, que llevas un año, tres meses y cinco días buscando. "Marina se puso sus mejores zapatos para la ocasión y aún sabiendo que llegaba tarde a la cita..." Siempre apuntaba maneras, eso estaba claro, su primera novia había sido brillante, en alguna época, en algún momento mejor. Llaman a la puerta. Se extraña de quién puede llamarle, ya que nunca nadie toca su puerta, a no ser que sea para pedir algo a cambio. Sin pensarlo demasiado, se dirige hacia ella, no sin antes cerrar el libro y colocarlo cuidadosamente en la estantería de "PENDIENTES".
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