Ahora él está lejos, todo lo lejos que puede estar. Cerró los ojos antes de partir y vio la luna más pálida y triste que nunca. Quiso agarrararla con los dedos, pero no fue capaz. En lugar de eso acarició sus pechos, pálidos también y suaves, como los de una niña. Aseguró que le mataría.
-Si alguna vez tengo una pistola, tengo una bala para ti.
Se lo cargó en un abrir y cerrar de ojos. Ahora él está lejos, porque no puede ser de otra manera.
En realidad no tenía nada personal contra él, pero no le gustaba que le tomaran el pelo. Traumas de la infancia, ya se sabe.
Si le hubieran dicho de pequeño que mataría a alguien de mayor, se habría tomado más en serio las clases de filosofía. Lo que realmente le gustaba, a esa edad de vello púbico incipiente y granos como cráteres, era pegarle patadas a Matilde por debajo de la mesa. Por las noches, soñaba que se acostaba con ella, y así seguían saliéndole granos sin parar. Pero él nunca se acostó con ella ni con nadie. Para Matilde, Dios tenía planes mejores.
Ahora mira de cerca la pistola que ha usado para matarle como si se tratara de un animal asustado. Sabe que ha hecho mal, pero sabe también que ya le había avisado antes.
2 comentarios:
hola ana
me ha gustado mucho esta historia. he descubierto tu blog y me gusta como escribes. tienes sensibilidad. te lo dice un chico que estudia ciencias y se burla de los de letras eh :P
me pasare por aqui mas a menudo. un saludo
hola ana
sabes he escrito un relato breve. es el primero que escribo y me lo han premiado!! me quede helado. lo he colgado en la ultima entrada de mi blog. es muy cortito, tranquila. me gustaria mucho saber la opinion de esta escritora...
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