domingo, 2 de noviembre de 2008

Domingo

Tan sólo necesitaba un minuto más para reflexionar, para entender por qué todo lo que más amaba había saltado por los aires en mil pedazos. De pequeña, mi madre me decía que cuando tuviera miedo, escondiera mis fantasmas en cajitas de cartón para que así no pudieran salir. A los quince salieron por los huecos que quedaban y se escaparon las mariposas que quedaban. Una mano áspera que pretendía no serlo fue el pasaporte de una nueva pero rota vida. Un camisón azul lejano ya, y hueco y de amor sucio de noches truncadas por el enamoramiento adolescente. Las chicas frágiles se enamoran siempre en los momentos inadecuados, pero ellas creen que es el mejor momento del mundo y que se van a casar, y van a tener hijos, y un trabajo maravilloso con posibilidades de vacaciones es alguna isla griega. Luego llega el momento de te lo advertí, pero ya es demasiado tarde para eso. Entonces te vuelves rebelde, y quieres irte muy lejos, a una guerra que no es la tuya, ni es la de nadie, pero no tienes dinero para comprarte el billete y no te queda más remedio que postergar. Y así te pasas la vida, esperando que el domingo haga bueno para poder hacer todas las cosas maravillosas del mundo, y llega el domingo y lo único que puedes hacer ya es escribir unas absurdas líneas. Y piensas, quizá sea el domingo que viene.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo echando en falta un texto, y sabes a quién va dedicado... queda mucho para que pueda disfrutar de esas letras?

Anónimo dijo...

mañana es domingo.