P. Stevens empujaba la silla de ruedas de T. Taylor y cuando llegaban a la habitación, él cogía su cuerpo medio inerte y lo recostaba sobre la cama. Entonces él movía las piernas de T.Taylor haciendo ejercicios en círculos, incluso a veces imitaba movimientos que ella había hecho antes cuando era bailarina, antes de que su columna partiera la médula, después de sufrir un atropello al salir de uno de sus entrenamientos. Cuando T.Taylor abrió los ojos pensó que todo había terminado y lo cierto es que no le hubiera importado. Ahora no pueden hacerlo, aunque ella introduce su mano bajo el pantalón de Stevens hasta que éste termina y lo pone todo perdido. Se aman. Lo que Stevens ignora a estas alturas del partido es que T. Taylor iba a dejarle justo el día del accidente, por su entrenador J.Mcnulty. J.McNulty y T. Taylor tenían una relación apasionada mientras interpretaban el Lago de los Cisnes de Chaikovski. A veces no necesitaban tocarse para correrse. Ahora Stevens empuja la silla de ruedas de T. Taylor y juntos miran el último rayo de luz que se escapa por la ventana. Se aman, y nadie puede decir lo contrario.
2 comentarios:
Gracias al amor...
madre mía!! no sé si es romántico, o dramático, o bello, o triste.
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