Y así pasan las horas en la incertidumbre de estas cuatro paredes, decenas de fotos e imágenes borrosas en mi mente. Miro a la pared mientras intento sostener un recuerdo, que finalmente se escapa, lentamente, hasta que se evapora en la nada. ¿Fuimos felices?, ¿hacíamos el amor?, ¿quién llevaba la iniciativa?, ¿me fuiste infiel? Tengo demasiadas preguntas y ninguna respuesta. A juzgar por las fotos parecíamos felices, pero quién puede fiarse de una fotografía. YO NO.
Veo una jeringuilla y al lado un envase en el que puede leerse: Clorofix 600. Lo miro, mantengo la jeringuilla entre mis dedos, juego con ella, la lleno del líquido que contiene el envase. Una imagen de una aguja entrando por mi vena viene a mí, y me incomoda. Inmediatamente, repito la misma acción. Siento un espasmo. Me desmayo, con la jeringuilla en la mano y viendo la foto de nuestra boda a lo lejos…Te quiero
Al rato, un mosquito revolotea sobre mí y consigue despertarme. Suena el teléfono, pero decido no cogerlo. De pronto estoy a gusto, tanto que no me apetece moverme un ápice. Así que de esto se trata cuando no sientes nada. Miro las cortinas, se mueven de manera acompasada, ordenada… En la habitación de al lado se oye a un niño y a su madre regañando. Yo permanezco en el suelo, con mi jeringa, tranquila, con cierto sabor a ácido entre mis labios. A lo lejos puede oírse London Calling de The Clash. Me alegra poder recordar algo, quien no recordara a The Clash estaría definitivamente muerto. Estoy viva. Comienzo a sentir una mano que toca mi mejilla derecha, después otra que comienza a tocar mis pechos y desabrocha los primeros botones de mi camisa. Él es hermoso. Él es mi marido, el de las fotos. Es como un querubín maduro. Sus ojos hablan de paz, de agua límpida, de días tranquilos y noches en calma. Giro la cara y vuelvo a ver al mismo hombre que me acariciaba en la cama, haciendo el amor con una hermosa mujer morena. No se besan, simplemente lo hacen. Rápido y sucio. Una lágrima cae por mi mejilla. ¿Así que esto es todo? El Cloroflix me ha devuelto la vida en forma de bofetada. Me levanto, abrocho mis botones, limpio mi cara, me maquillo (¿será esta mi forma habitual de hacerlo?). Cojo mi gabardina, mi paraguas y un bolso que hay sobre la mesa. Me siento extrañamente enojada, como si de alguna manera me hubieran robado algo que me pertenecía.
ELLA ELLA ELLA
Antes de irme, cojo una de las fotos en las que aparecemos juntos.
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