Todos nuestros sueños cabían en aviones de papel, desplegados al otro lado del mundo. Todo iba sobre ruedas, éramos extrañamente felices, absurda y agotadoramente felices. Pero la felicidad también cansa. Porque la felicidad también tiene dientes. Ya viene el tonto policía con su mueca estúpida de policía incompetente a estropearlo todo. Como esos perros que lo miran todo, pero no entienden nada.
Hubo un día en que éramos felices y "Stand my up" sonaba de fondo. Pero la felicidad tiene dientes y garras y nadie dijo que fuera fácil. El tonto policía lo mira todo sin entender nada, olisquea y nos hace desaparecer.
Los aviones, incluso los buenos aviones, los que tienen alas último modelo con turbo hélices , incluso esos, no siempre aterrizan en el lugar adecuado.
2 comentarios:
Es una buena reflexión. Como el margen de error de nuestros cuerpos...
Mi madre decía (y dice aún a veces) que la felicidad consiste en no pedirle al instante que dure.
Pero se lo pedimos. Y ahí, a la felicidad estable, eterna, tranquila y suave e intensa a la vez, ni el mejor Boeing nos lleva.
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