jueves, 5 de septiembre de 2013

Mi cuerpo

Acabo de aterrizar en un lugar que me resulta familiar de alguna manera. Sólo tengo un tatuaje que no me dice nada, un par de pastillas en el bolsillo y un paraguas. ¿De dónde demonios vengo?, ¿cuántos pianos pueden caer de un tercer piso y matar al primero que pasa por la calle? Y entonces pienso que incluso las cosas que empiezan despacio no tienen por qué no terminar deprisa.
PIÉNSALO
Me choco con alguien que debería haber conocido en otro momento de mi vida. Me saluda, me pregunta por no sé qué cosas del crecimiento de las plantas, el nuevo sistema de regadío, y de los nuevos vecinos del sexto. No entiendo qué demonios está pasando y me tomo una de las pastillas que llevo en el bolsillo. ¿Quién soy?, ¿quién eres?, ¿quiénes fuimos? Ya nadie conoce a nadie.
Entro en una casa que ya no es la mía, hay fotografías nuestras (¿nuestras?), hay una cama de matrimonio, recuerdos de muchos países, más fotos de nosotros (¿nosotros?). Dejo el paraguas, sobre una mesa, que debió ser nuestra mesa en algún momento.

Me desnudo, me veo reflejada en el espejo. Ahora ya sé quien soy, cómo es mi cuerpo, mis pechos, mis caderas, mis piernas… y el tatuaje. Un tatuaje que no me dice nada, como no me dicen nada tus fotos, ni esta casa de dos, ni todo lo que me rodea, ni el vecino ni los nuevos vecinos del sexto y el nuevo sistema de regadío.

¿QUIÉN SOY?
¿Dónde estoy?, ¿dónde he estado? Toco mi cuerpo por primera vez, me detengo en cada uno de los pliegues, me beso, me abrazo, me tomo la última pastilla, me dirijo a la cama, me tumbo. Pienso en ti sin saber quién eres, pienso en lo que hemos sido y ya no somos, pienso en lo que fuera que fue mi vida. Me voy durmiendo lentamente mientras sigo tocando mi cuerpo, el cuerpo que alguna vez tocaste, el cuerpo que ya no recuerdo.

1 comentario:

Kabuto dijo...

Me encanta lo que escribes, pero esta última entrada... esta última me ha parecido especialmente buena.

Sigo leyéndote.