domingo, 9 de septiembre de 2012

El muro de Berlín
me une a tus ventrículos.

Ruedo en el suelo
por si pasa un camión despistado.
En el suelo estás más cerca de ningún sitio.

Sólo tengo el cuerpo de una bailarina frustrada
de una astronauta frustrada, de una bonita alcohólica frustrada.

Y ahora le vas a chupar a tu marido al ombligo
mientras veis el proceso digestivo de las serpientes en televisión. 

Yo me acuesto en la perrera
No podemos hacer ruido.
La Condesa Erzsébet está a punto de llegar...


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