sábado, 17 de octubre de 2009

Bruce

Intentaba ser buena, pero a veces perdía la pista entre las quinielas que solía jugar. Había trabajado en un millón de sitios y había tenido un millón de novios, pero ninguno era el suyo. Su madre solía mirarla con ojos piadosos, y su padre había dejado de mirarla hace años. Comía palomitas mientras veía películas de Bruce Lee. Soñaba que algún día, el Pequeño Dragón le sacaría de toda esa desidia y le llevaría a Tokyo, donde la gente saluda despacio y te ata los cordones de las zapatillas si es preciso. Ahora llaman al timbre y se dirige a abrir, podría tratarse de una elipsis, pero en la vida de una persona sin ocupaciones, saltar de la cama a la puerta puede resultar toda una aventura. Abre la puerta y se encuentra con Él, que lleva una camisa azul eléctrico y el pelo revuelto.
-Veo que te has dado prisa.
-Toda una vida.
Pero lo cierto es que la conversación se limitó a un...
-Son 10 con 50.
-Quédate con el cambio.
-Gracias.
Había pedido una con doble de queso y volvía al salón mientras Bruce parpadeaba a 32 fotogramas por segundo.

1 comentario:

a smart chimp dijo...

y por qué no... qué prisa tiene?

"All that is gold does not glitter, not all those who wander are lost; the old that is strong does not wither, deep roots are not reached by the frost. From the ashes a fire shall be woken, a light from the shadows shall spring[...]"
J.R.R. Tolkien