Al día siguiente, que no sé qué día es exactamente en el calendario, pero intuyo por el viento que ha de tratarse de noviembre o diciembre, miro las plantas de mis pies intentando buscar pistas en cada una de mis huellas. Pero no hay nada en ellas que me sea familiar. De pronto tengo unas náuseas horribles que me impiden moverme. Me voy arrastrando por el pasillo hasta que encuentro el baño (espero que sea el baño lo que haya al final). Lo pongo todo perdido y me desmayo. Horas más tarde me despierto sobre la cama con un vestido limpio, sedoso, de un color rosa palo. No sé qué jodida broma es esta pero no me hace ni puta gracia. Sigo viendo fotos por todas partes, de él y de mí, o sólo de mí, sonriendo en todas ellas.
ESO ES LA FELICIDAD
¿Quién es él? No puedo pensar en otra cosa y tengo ganas de gritar o de pegar a las paredes. Finalmente me tomo otra pastilla y me quedo dormida en el suelo, junto a él, mirando su hermosa sonrisa, como si algún día la hubiera conocido.
El teléfono suena. No sé si estoy preparada para contestar, pero hay algo en mí que me empuja a hacerlo.
-Hola cariño, ¿cómo estás?- oigo al otro lado, pero no reconozco la voz.
Tras dudarlo un instante decido jugar a este juego que es mi nueva o vieja olvidada vida. ¿Y si es la vida de otros?Me pregunto.
-Sí… hola… estoy aquí.
-En un rato voy a casa, he tenido un día de locos.
-Ah…vale.
Tras respectivos besos de despedida y luego te veo mi amor, me pongo endemoniadamente nerviosa, como si se tratase de una primera cita o de una última cita o de algo que termina antes de empezar. ¿Quién soy yo?, ¿y si yo soy ella?, ¿y si no soy nadie? Miro hacia la ventana y me quedo con la mente completamente en blanco.
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