Los amos
ríen como Saturno.
Ponen sus pies mugrientos sobre
nuestra boca
ríen, asilvestrados.
Nos comerían vivos,
como a sus hijos.
INT/Hospital/Día
Hoy, esa señora
pegada a años de arrugas
merecía ser escuchada
sobre su silla de ruedas.
Nadie lo hizo.
Parecía que alguien fuera a pegarle un tiro
para no escucharla más.
En la calle,
Cada vez veo más ojos huecos
dentro de calaveras
manejadas por hilos.
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