viernes, 3 de diciembre de 2010

250 gramos


Al bueno de Joel Le pasaba un día sí y otro también que solían confundirle con alguien de otra pasta, alguien incluso por qué no decirlo, bastante más importante que él, con mejor porte y trayectoria.

-No sé de quién me hablas.

-Sí, el que sale en los telediarios, hombre. Todo el mundo le conoce.

-Yo no soy todo el mundo.

Y él seguía, cortando mortadela y pesando los gramos de filetes de pollo que hacían 250 gramos de pollo. Y miraba hacia otro lado, como si eso evitara la evidencia y la cruda realidad de ser comparado con alguien a quien la vida había mirado de buena gana.

Al final de cada jornada se quedaba en una esquina de la tienda esperando que llegara Camila, la chica de la limpieza, por la que sentía una gran simpatía, y por qué no decirlo, un poco de amor.

-¿Puede subir los pies?

Y Joel subía los pies para facilitar a Camila su trabajo.

-¿Por qué no se va?

-No tengo nada que hacer.

-Bueno, hombre, tendrá que descansar.

-No.

Camila sonreía, con su gesto cansado, pero amable y a veces antes de irse le traía un café calentito a Joel.

-Gracias.

-Ande, váyase a descansar, que yo si pudiera me iría ahora mismo.

Joel asentía, cogía sus pocas pertenencias y se iba sin mirar atrás, aunque con un gran dolor en el pecho, que le impedía poder dormir las próximas horas.


Imagen: Charles Bukowski



2 comentarios:

Igor dijo...

250 gramos de vida, que he visto en sitios muy dispares.
Me encantan tus cuentecillos.

labatterie dijo...

que he visto en sitios muy dispares.