viernes, 5 de septiembre de 2008
Relato Ray Loriga
Antes de conocerte, conducía dormido. Conducía borracho por la autopista y me despertaba con las chispas que saltaban al rozar la estribera contra la mediana. Nadie puede decir que no he cambiado. Sé que algunas veces lanzaba la moto contra los semáforos en rojo, pero sólo al principio, cuando pensaba que el amor era cuestión de vida o muerte. Sé que no te gustaba cuando me caía, pero también pasamos buenos ratos, y aunque es cierto que pagaste muchas averías y hasta algunos plazos, nadie dirá que esta no es mi moto. Sé que, hagas lo que hagas, no vas a olvidar los buenos ratos, corriendo por la carretera de la costa, saludando a los camioneros en la autopista. Las cosas no van demasiado bien ahora, y puede que el banco aparezca uno de estos días para llevarse la moto. Los bancos eligen con cuidado el momento para pegar, y siempre pegan bajo, y en el fondo sólo son un montón de hombres y mujeres metidos en un edificio pensando: «Es él o yo». Si vuelves deprisa, aún podremos dar algunos paseos antes de que empiece a llover o vengan los del banco. En cualquier caso, voy a intentar que no me cojan. Si lo hacen, acuérdate, nadie podrá negar que era mi moto.
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